sábado, 17 de agosto de 2013

ANALISIS: El dilema oficialista ante el mensaje de las urnas






Cualquier gobierno acumula en diez años en el poder
un rosario de reclamos que terminan
expresándose inevitablemente en el cuarto oscuro,
pese a los éxitos obtenidos durante su gestión

En las urnas, pesaron más la inflación,
las restricciones al atesoramiento de dólares
y las denuncias de corrupción, que la innegable prosperidad
conseguida desde 2003 hasta hoy







Como en 2009

los opositores volvieron a pronosticar un fin de ciclo
 y a exigir cambios en las políticas oficiales,
a lo cual la presidenta respondió con su intención de abrir un debate
sobre el modelo con los "titulares" y no con los "suplentes"

Es saludable que la jefa de Estado se muestre dispuesta al diálogo
con los agentes económicos, pero en verdad, es impensable
que surjan de allí modificaciones esenciales a una política que,
pese a sus achaques, demostró ser capaz de crecer
durante una década a un ritmo promedio superior al 7 por ciento anual,
reducir drásticamente el desempleo del 23 al 7 por ciento y bajar la pobreza


Buena parte de estos logros se produjo
mientras el capitalismo sufre
su peor crisis a nivel mundial





Cuando el gobierno ratifique
finalmente su intención de profundizar
el modelo en vez de cambiarlo radicalmente,
los opositores repetirán seguramente
que el gobierno
no escucha sus reclamos


Pero más que de sordera,
se trata en verdad de dos proyectos distintos



El antikirchnerismo bate el parche con la inflación,
pero no dice que para controlarla con métodos ortodoxos
es preciso aplicar un plan de estabilización
que tiene costos sociales elevadísimos




Sostiene que el gobierno se ha desentendido,
o más aún, que niega la inflación,
pero lo cierto es que se niega a darle
a la sociedad la amarga pócima del ajuste


No es que el gobierno no escuche el reclamo de los sectores de ingresos fijos
que son los más perjudicados por las remarcaciones,
sino que optó por pagar ese precio a cambio del crecimiento



El gobierno no provoca la inflación
como le endilga la oposición,
sino que la padece políticamente en las urnas





Son los empresarios los que apelan
al expediente de la remarcación
en lugar de satisfacer la mayor demanda
con inversiones tendientes a aumentar la oferta


En un clima de expansión del consumo promovido por el salario,
es difícil entender por qué no aumenta la oferta
de un modo que calme a los precios


Los opositores medran electoralmente


batiendo el parche de la inflación 

Claman por frenar el flagelo,
pero no se atreven a decir claramente que,
 en términos ortodoxos,
sólo es posible frenar la inflación
con menor consumo, es decir,
 con salarios y jubilaciones más bajas


Proponen una tregua que se parece a la paz de los cementerios,
porque efectivamente los precios se frenarían ante
la merma de consumidores en capacidad de pagarlos


El menemismo es un ejemplo
claro y cercano del costo social
de un plan de estabilización:




consiguió frenar el alza de los precios en 1991
con la convertibilidad,
pero la experiencia terminó con una cuarta parte
de la mano de obra activa desempleada


En diez años, el modelo neoliberal
trocó la hiperinflación por hiperdesempleo


En un lapso similar, el kirchnerismo
logró poner en marcha a la industria, crecer a niveles inéditos,
reducir la desocupación y bajar la pobreza,
pero a cambio reapareció la inflación




Para controlar el flagelo y satisfacer las demandas de estabilidad
expresada en las urnas, el gobierno tendría que cambiar de signo

Debería abandonar su razón de ser
y adoptar precisamente las políticas de las cuales reniega
y a las cuales denunció desde un principio
como causantes de muchos males



Las estadísticas demuestran
cómo fue creciendo la inseguridad
a medida que aumentaba el desempleo
durante el menemismo


Los precios estaban calmos,
pero cada vez más argentinos
eran arrojados a la marginalidad





Muchos cruzaron los límites
y no todos volvieron a la legalidad
cuando la situación social mejoró

Atravesados ciertos límites,
el retorno es sumamente difícil


El gobierno sabe que tampoco
en esta materia existen soluciones mágicas,
sino que se trata de un cóctel de trabajo, educación,
policías honestos y jueces justos




No hay solución en el corto plazo


Si se decidiera brutalmente militarizar la sociedad,
no es improbable que los muertos
fueran más de los que se intenta evitar





También dijeron los asesores económicos de
Sergio Massa que el gobierno
debería "aprovechar"
la abundancia de capital financiero
existente en el mundo


pero el gobierno prefiere pagar deuda 
 con reservas internacionales
porque la Argentina debería oblar tasas de interés usurarias
para obtener dinero fresco, en virtud del default
al cual se llegó precisamente después del abuso
de reiterados préstamos y refinanciaciones
para pagar la deuda externa







El gobierno se ha limitado a "vivir con lo nuestro"
y sólo acepta tomar asistencia internacional
para proyectos productivos,
pero no para pagar la hipoteca externa
que heredó y contribuyó a disminuir en términos de PBI


Prefiere pagar el costo de restringir el acceso al dólar,
los engorros de limitar las importaciones y saldar deuda
con reservas internacionales antes
de salir del problema con crédito externo


En términos políticos

probablemente le hubiera
resultado más conveniente 
tomar financiación externa que,
en última instancia
 
 la pagarían las administraciones venideras




pero prefirió aferrarse a una estrategia
que es central para el modelo




En suma, no es improbable que se produzcan
algunos cambios a partir de las propuestas
de los actores económicos o que sean motorizados
por el propio gobierno en atención al mensaje de las urnas

Pero es impensable que el gobierno persiga metas antiinflacionarias
o "toque" el tipo de cambio como proponen algunos opositores

Porque es cierto que debe tratar de desentrañar
por qué perdió media docena de puntos a nivel nacional
en relación con la peor elección legislativa que fue la de 2009


Pero no puede olvidar que una cuarta parte de los votantes
siguió adhiriendo al modelo, pese a los efectos no deseados

A ellos se debe






Alberto Dearriba
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 


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