"Me gustó desde un comienzo
la palabra Winnipeg
Las palabras tienen alas o no las tienen
La palabra Winnipeg es alada
La vi volar por primera vez
en un atracadero de vapores, cerca de Burdeos
Era un hermoso barco viejo,
con esa dignidad que dan los siete mares
a lo largo del tiempo..."
Ante mi vista, bajo mi dirección,
Ante mi vista, bajo mi dirección,
el navío debía llenarse con dos mil hombres y mujeres
Venían de campos de concentración, de inhóspitas regiones del desierto
Venían de la angustia, de la derrota y este barco debía llenarse
con ellos para traerlos a las costas de Chile, a mi propio mundo que los acogía
Eran los combatientes españoles
que cruzaron la frontera de Francia
hacia un exilio que dura más de 30 años
Yo no pensé, cuando viajé de Chile a Francia,
en los azares, dificultades y adversidades
que encontraría en mi misión
Mi país necesitaba capacidades calificadas,
hombres de voluntad creadora, necesitábamos especialistas
Recoger a estos seres desperdigados,
escogerlos en los más remotos campamentos
y llevarlos hasta aquel día azul, frente al mar de Francia,
donde suavemente se mecía el barco Winnipeg,
fue cosa grave, fue asunto enredado,
fue trabajo de devoción y desesperación
Mis colaboradores
eran una especie de tribunal del purgatorio
Y yo, por primera y última vez, debo haber parecido Júpiter a los emigrados
Yo decretaba el último Sí o el último No
Pero yo soy más Sí que No,
de modo que dije siempre Sí
El gobierno de Chile, presionado y combatido,
me instaba en un telegrama a cancelar el viaje de los emigrados
Hablé con el Ministerio de Relaciones Exteriores de mi país
Hablé con el Ministerio de Relaciones Exteriores de mi país
Era difícil hablar a larga distancia en 1939
Pero mi indignación y mi angustia se oyeron a través de océanos
y cordilleras y el Ministro se solidarizó conmigo
Después de una crisis de gabinete, el Winnipeg,
cargado con dos mil republicanos
que cantaban y lloraban,
levó anclas y enderezó rumbo a Valparaíso
Yo sentía en los dedos
las semillas de España
que rescaté yo mismo,
las semillas de España
que rescaté yo mismo,
y esparcí sobre el mar,
dirigidas a la paz de las praderas
Que la crítica borre toda mi poesía,
si le parece
Pero este poema,
que hoy recuerdo,
no podrá borrarlo nadie
“Misión de amor”
Pablo Neruda
A finales de julio de 1939, Delia del Carril,
pintora y grabadora bonaerense,
vinculada a lo más granado de la intelectualidad argentina y española,
junto a su esposo, veinte años menor que ella, el poeta Pablo Neruda
y el diplomático chileno Carlos Morla Lynch,
se abocaron a la ardua tarea de articular el forzoso viaje
de dos mil setenta y ocho (1200 hombres, 418 mujeres y 460 niños)
refugiados republicanos de la Guerra Civil Española, hacia Chile
Desde donde el Presidente del Frente Popular,
Pedro Aguirre Cerda impulsó la traída de españoles,
sorteando no pocas dificultades y la oposición
de los sectores reaccionarios de siempre, Iglesia chilena incluida
Al subir al barco, los pasajeros de aquel precario paquebote
Al subir al barco, los pasajeros de aquel precario paquebote
de bandera canadiense, recibieron una colchoneta, una manta,
dos sábanas, una almohada y una pequeña bolsa
con productos para la higiene personal,
junto a una tarjeta de colores para racionar
los turnos de comida durante la interminable travesía
A los niños se les entregaron maletines
con material escolar y lápices de colores
para que pudieran dibujar, con un folleto en el que se reseñaba
la historia de aquel país remoto llamado Chile,
describiendo su geografía y explicando
los conceptos jurídicos principales de su
Constitución republicana
También incluía un saludo de bienvenida,
redactado por el propio Neruda,
subrayando el afecto con que se les recibiría
El país de Chile sonaba extraño
para aquellos refugiados españoles
que nunca habían oído hablar de él
Muchos preferían embarcarse a México
o a la conocida y próspera Argentina
El Winnipeg era un viejo carguero de bandera francesa
que transportaba las más diversas mercancias desde África a Francia,
de alrededor 5.000 toneladas
No solía llevar a más de 70 personas
Se tuvieron que acondicionar sus bodegas
para poder dar cobijo a los más de 2000 refugiados
que habían acudido de los más diversos puntos de Francia
huyendo de la Guerra Civil española
y temiendo el estallido de la Segunda Guerra Mundial
Esta singular odisea fue organizada
Esta singular odisea fue organizada
por el poeta Pablo Neruda
que volvió a Chile en 1937,
tras haber sido cónsul desde 1934
en Madrid y en Barcelona
EL ARRIBO A DESTINO
El 30 de agosto los
pasajeros avistaron tierra
y el vapor atracó en el puerto de
Arica,
en la frontera con el Perú,
en donde recibieron las primeras
muestras
de afecto del pueblo hermano
Se esperaba que llegaran a
Valparaíso
en los primeros días de septiembre,
en donde se estaba
preparando
la recepción de los refugiados
La misma noche se continuó el viaje ya por aguas chilenas,
lo que trajo una
gran tranquilidad al pasaje,
pues hasta ese momento temían que el barco
pudiera volver por presiones de las autoridades franquistas
pudiera volver por presiones de las autoridades franquistas
espacio abierto
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