La crisis económica mundial
que se desató “oficialmente" en 2008
es hija de un proceso de transformaciones regresivas
en la economía mundial,
que arrancan en los años ochenta
Con el transfondo del relanzamiento
de la rentabilidad empresaria,
se forzaron cambios distributivos y tecnológicos
que debilitaron al polo del trabajo frente al del capital,
remplazando demanda genuina
por endeudamiento generalizado
Esta crisis en vez de generar
un contramovimiento
que remueva los factores causantes
de las burbujas financieras,
ha agudizado las raíces del problema
La distribución global de la riqueza
es hoy más regresiva
que cuando irrumpió el estallido financiero
El panorama del desempleo es peor,
y la precarización de trabajo ha crecido
Por lo tanto, la demanda global empeora
En el otro polo,
el de las finanzas desreguladas,
la gran banca ha sido salvada
cargando sobre los estados el peso del quebranto,
y se sigue concentrando, mientras continúa
dictando las reglas del orden global
Así, países enteros son subordinados a la lógica financiera,
obligándolos a endeudarse y pagar intereses al mismo tiempo,
en desmedro de la producción y del bienestar de la población
A diferencia de la crisis de 1929
que provocó una conmoción que puso
en severo cuestionamiento el orden del capital incontrolado,
en esta crisis nada se ha movido en materia ideológica y de poder
Tanto las autoridades europeas, encabezadas por Alemania,
como los republicanos norteamericanos,
coinciden en profundizar las políticas contractivas
que están provocando derrumbes económicos y sociales
La crisis no sólo no ha tocado fondo
sino que puede profundizarse
dado lo endeble de todo el entramado financiero global
–tanto público como privado–
sostenido provisoriamente
por la emisión sin límites de los bancos centrales,
pero sin efectos reactivadores serios
Ricardo Aronskind
Director del Programa Interdisciplinario
de Seguimiento de la Crisis del
Orden Mundial (Pisco),
de la Universidad Nacional de General Sarmiento
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