La cultura del balazo
Una bibliotecaria jubilada que quiera alquilar un departamento
en cualquier ciudad de los EE UU debe pagar un mínimo de 25 dólares
para que el consorcio realice su verificación de antecedentes
A quien quiere comprar un arma,
en cambio, no se le pide tal cosa:
basta una prueba de identidad
Así, alguien inadecuado para tener el índice cerca de un gatillo,
como el ex reservista de la Marina y actual contratista, Aaron Alexis,
quien oía voces en su cabeza, puede pertrecharse legalmente,
decir “buen día” en una base naval cerca
del Capitolio y la Casa Blanca y matar a 12 personas
La ley de 1993 que exigía la verificación de antecedentes
sufrió cambios en 2004, entre ellos
el fin de la prohibición
a los cargadores
de más de diez cartuchos(?)
Gracias a lo cual el 8 de enero de 2011
Jared Loughner
disparó veinte balazos
sin molestarse en recargar
contra la diputada demócrata
Gabrielle Giffords
quien recibió uno en la cabeza y sobrevivió,
a diferencia de otras seis personas
que salieron del mitin hacia la morgue
En 22 de los 50 estados se puede comprar un arma
aun si se estuvo preso por homicidio,
pues no piden permiso de portación;
o poner como domicilio
“Hospital Psiquiátrico J.T. Borda, Buenos Aires, Argentina”
y salir con un rifle para cazar osos,
excepto en aquellos estados que restringen
la venta… a gente de fuera del estado
Una ley de 1986
prohíbe que el gobierno federal establezca
“cualquier sistema de registro de armas de fuego,
dueños de armas de fuego, compraventa
o distribución de armas de fuego”
Así las cosas, hay pistolas y rifles y caribinas
en el 47% de los hogares estadounidenses y el único documento
de cada una de las 310 millones de armas que tienen los civiles
contra 4 millones (?) en poder de los uniformados
en un país de 314 millones de habitantes
es el registro de venta que hace el vendedor autorizado
Lo cual deja afuera el 30% de las operaciones,
ya que estados como Florida
no exigen una licencia especial para tal negocio
Los puntos de venta son tantos como los McDonald’s
Miles de ferias se realizan al año y se anuncian con orgullo,
“Muestra de Armas & Cuchillos/Compra-Venta-Canje”,
y hasta humor,
“Muestra de Armas de Columbus: ¡Compre mientras se pueda!”
En una de ellas, el Tunner Gun Show,
se hicieron de un arsenal Eric Harris y Dylan Klebold,
autores de la masacre de 1999 en una escuela secundaria
sobre la cual Michel Moore filmó Bowling for Columbine
(13 muertos y 27 heridos)
También es corriente ver armerías en las rutas suburbanas
En lo que va del año en los EE UU
hubo al menos 17 tiroteos
en los que perdieron la vida 82 personas
Por eso la tapa del diario USA Today
del día siguiente al ataque de Aaron Alexis
a la base naval tenía el título sencillo de:
“Otra vez”
El año pasado no fue mejor, todavía se recuerdan algunos episodios
En Connecticut: después de matar a su madre, Adam Lanza
entró a la escuela primaria de Sandy Hook, Connecticut,
con una carabina Bushmaster M-4, una pistola Glock y otra Sig-Sauer
(dejó en el auto una escopeta de combate Izhmash Saiga-12)
y mató a 20 niños y 6 adultos antes de suicidarse
El otro había sucedido meses antes, cuando se estrenó Batman:
el caballero de la noche asciende en Aurora, Denver,
y James Eagan Holmes, en vez de llevar pochoclo y gaseosa,
entró al cine con un rifle de asalto AR-15 con un tambor de cien balas
y dos pistolas Glock y en dos minutos asesinó a 12 espectadores
Estas muertes masivas opacan la corriente continua de violencia armada
EE UU tiene una tasa de homicidio
por bala ocho veces superior
a la de países de similar desarrollo
El problema de fondo es la bala cotidiana
Son los episodios de violencia doméstica que se descontrolan,
y en vez de un cachetazo, van un par de tiros
Antonio Feliú en Miami, disparó contra su mujer,
Vivian Gallego, y la hija de ella
Son los asaltos que empiezan con la intención de llevarse dinero o mercancía
y un tercio de las veces terminan con muertos
Son los temores de inseguridad elevados al delirio,
como sucedió en 2012 en Sanford, Florida,
cuando George Zimmerman, parte de un grupo de vecinos armados
que vigila el barrio, mató a Trayvon Martin por encontrarlo intimidante
Creyó ver un arma que el joven negro no tenía
quedó libre por una ley que habilita la defensa
si se sospecha que se va a sufrir daño
Otros 29 estados tienen normas similares
Nadie está a salvo, de escolares a Martin Luther King,
de John Lennon a presidentes
En EE UU hubo once intentos de magnicidio, cuatro de ellos exitosos:
Abraham Lincoln, James A. Garfield, William McKinley y John F. Kennedy
El lobby de las armas se mueve por la razón obvia:
el dinero y acá hablamos de mucho dinero
Desde 2010 cada año se fabrican
en los EE UU casi 5,5 millones de armas
un aumento desde los 4 millones de la década anterior
y la industria representa 31.800 millones de dólares
Pero como queda feo decir que se deja huérfanos por plata,
el lobby basa sus argumentos en principios y vapulea
la Segunda Enmienda de la Constitución, que dice:
“Por ser necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad
de un Estado libre, no se infringirá el derecho del Pueblo a poseer y portar armas”
De esa declaración, formulada mucho antes de que tuviera
su desmesurado poder militar de hoy, en 1791,
es difícil derivar la virtual falta de regulación que defiende
la industria armamentista
El argumento delirante de que los ciudadanos deben estar armados
para defenderse del gobierno tiene poco sustento
El sistema ataca de otro modo, ya probado, lucrativo y eficaz:
elecciones optativas, cerebro apagado por la televisión encendida,
educación cara, dieta que garantiza problemas de salud
Su ariete publicitario, la NFA, llega a extremos como declarar enemigos
a personas e instituciones
“que han donado dinero, militancia u otro tipo de apoyo directo
a las organizaciones antiarmas”
La lista, que se desvaneció de su página de internet,
incluía a la Academia de Pediatría,
la Organización Nacional de Discapacidad,
varias instituciones científicas y religiosas,
zoológicos,
Meryl Streep, Oprah Winfrey, Boyz II Men, Tony Bennett,
Ellen DeGeneres, las tarjetas Hallmark, los helados Ben & Jerry’s
y las textiles Kenneth Cole y Levi Strauss, entre otros
Ahora debería sumar a Starbucks, que luego de la matanza en la base naval
pidió a sus clientes que dejen las armas en casa cuando salgan para el café
Poco asombra que Charlton Heston,
quien murió de demencia degenerativa,
presidiera la NFA durante cinco de los últimos años de su vida
Si alguien elige para sí y se compra un par de zapatos,
normalmente es para usarlos
¿Por qué sería distinto con un arma?
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