"Primero vino Uriburo;
Diciendo: yo lo acomodo;
Pero lo arregló de un modo;
Q’uera mejor el barullo;
Dejó arreglado lo suyo;
Y empeoró lo de todos"
Arturo Jauretche
"El paso de los libres"
El 6 de septiembre de 1930, cuando el general José Félix Uriburu
llegó al gobierno encabezando la marcha de los cadetes del Colegio Militar,
muchas cosas terminaron y muchas otras comenzaron en la Argentina
Algunos historiadores hablan del primer golpe militar,
pintando el período que corre entre la batalla de Pavón y 1930
como un tiempo de estabilidad, en que la democracia
no fue conmovida por intervenciones militares
Sin embargo se trataba, en todo caso,
del primer golpe militar triunfante,
y más precisamente, del primero del siglo XX
Uriburu tuvo un poder relativo sobre su revolución
Se hallaba acotado por los factores de poder
que habían apoyado al derrocamiento del Peludo,
pero que desconfiaban de las inclinaciones "fascistas" del general
No deja de ser cuestionable tal calificación
El general no creía en la democracia,
un sistema caótico manejado por demagogos venales
El pueblo, en su opinión,
no estaba capacitado para gobernar y debía obedecer
a quienes habían nacido para mandar
No en vano era miembro de una familia tradicional de Salta,
y formado en una institución verticalista como el Ejército
Para colmo, el poeta Leopoldo Lugones, había bendecido
"la Hora de la Espada"
Poco entendería Uriburu del fascismo
Sólo admiraba su autoritarismo y su desprecio por la democracia
Más intelectual había sido la formación de algunos
"nacionalistas"
que lo acompañaron en las horas de conspiración,
ya que no en las de gobierno
Poco tardó la oligarquía tradicional en dejar atrás al espadón
Se iniciaba la etapa del fraude, y de la renovación de nuestra condición colonial,
de la que sería modelo el Tratado Roca-Runciman
José Luis Torres la bautizó
La Década Infame
En 1924 Lugones había bendecido a los uniformados
la nueva aristocracia por haber
"sonado otra vez,
para bien del mundo,
la hora de la espada"
El poeta afirmaba que esta
"implantará la jerarquía indispensable
que la democracia ha malogrado hasta hoy,
fatalmente derivada, porque es su consecuencia natural,
hacia la demagogia y el socialismo"
Las palabras del vate cordobés encontraron algunos oídos bien dispuestos
Las palabras del vate cordobés encontraron algunos oídos bien dispuestos
Su pensamiento se fue instalando a través de las décadas entre los centuriones
Esta convicción, más que un presunto fascismo,
impulsó la conducta de quienes, bien que con distintas tonalidades,
derrocaron gobiernos en 1943, 1955, 1962 y 1966
Hasta culminar, con el baño de sangre,
que queremos creer que el poeta no hubiera suscripto, de 1976
El baño de sangre no ha cambiado la manera de pensar
de otros escribas de estilo menos pulido que el de Lugones
pero de afirmaciones no menos categóricas
La Tribuna de Doctrina o el diario de Mitre
no modifica esta visión
"Ni las balas de plomo derrocaron a al general Perón,
ni existen balas de tinta, ni, en caso de existir, podrían destituir gobiernos"
"Perón no cayó por obra de las armas
que alzó la Revolución Libertadora en 1955
Cayó, básicamente, porque su régimen se había agotado y abundaban
los escándalos y las burdas muestras de autoritarismo"
Dejando de lado las balas y las bombas verdaderas
que produjeron la verdadera guerra civil desatada en septiembre de 1955
y la sangre de argentinos, profusamente derramada,
parafraseando a la Corte que en 1930 produjo una acordada
que reconocía al déspota del 6 de septiembre
El actual escriba justifica el derrocamiento
del gobierno constitucional debido a sus propias culpas
Sin precisar que artículos de la Constitución
establecen estas causas no probadas
como legítimas para el derrocamiento
la pluma del anónimo opinador coincide
con la leyenda urbana que atribuye a Perón
a culpa de los cientos de muertos
por el bombardeo criminal
La culpa del robo no fue del ladrón
si no del que no cerró con llave
El desfile de Uriburu hasta la Plaza de Mayo,
acompañado por diarios que decían barbaridades
del presidente Yrigoyen a quien acusaban de autoritario
Fue el principio
no sólo de la inestabilidad institucional
sino de la aparición de un verdadero partido militar
que puso las fuerzas armadas,
salvo alguna excepción,
al servicio de los sectores oligárquicos
Por eso no hizo falta en la Argentina
de las décadas siguientes
un partido conservador que pudiera aspirar
llegar a gobernar sin violencia o fraudes
Hoy, las cosas han cambiado
Y es cierto que no hay balas de plomo
que amenacen la voluntad popular
Pero, aunque los hijos de Mitre lo nieguen,
de sus mismas palabras surge la prueba
de que las balas de tinta
están entre las más peligrosas
No sea que descubran que quienes
hoy nos gobiernan estén agotados,
envueltos en escándalos o practiquen
un intolerable autoritarismo
No hay comentarios:
Publicar un comentario