jueves, 17 de octubre de 2013

Nadie lo ordenó, nadie lo planificó, el 17 lo hicieron todos

 

  El viejo puente Pueyrredón
La policía lo levantó,
pero no fue impedimento
 
 


Los trabajadores cruzaban
en botes, en tablas

 
 
 
 
 
 
 
El jefe de policía era obedecido a desgano
al ordenar disolver a los manifestantes
 
 
 
Aquí, la policía intenta frenar a las primeras columnas
 
 
“Sin galera y sin bastón 
los muchachos de Perón”



 
Los tranvías conducidos por su personal
cambiaban el recorrido hacia Plaza de Mayo
 
El grito era 
“¡A Buenos Aires! ¡A traer a Perón!”
 
 
 
 
 
A mediodía, las calles de Bs As
que llevaban a la Plaza de Mayo:
Belgrano, la Avenida Corrientes, Santa Fe,
hormigueaban de hombres y mujeres que vivaban a Perón,
repitiendo su nombre en aires de moda:
 
“yo te daré
te daré patria hermosa
te daré una cosa
una cosa que empieza con P
 Perón”

Los descamisados avanzan
hacia Plaza de Mayo
con la enorme alegría de saberse tantos
 
 
 
 
Sus cantos herían los castos oídos de la oligarquía
 
“¡Maricones, a otra parte!
¡Viva el macho de Eva Duarte!”


Al caer la tarde la plaza desbordaba de gente
Antille quiso hablarles
“en nombre de Perón”
Fue inútil.
La multitud respondió
“¡Perón sí, otro no!”

El gobierno negociaba con Perón
en el Hospital Militar para que fuera
a la Casa de Gobierno
ante el temor que la multitud
tomara por asalto la Casa Rosada
 
 
 



Ante la multitud,
Vernengo Lima perdía la calma
“¿Qué hacemos?”
gesticulaba a Avalos, que se negaba a dar órdenes
de marchar a Campo de Mayo para reprimir
 
Farrell asomado a una ventana, sonreía:
“Esto se está poniendo lindo!”
 
 



El Ministro de Guerra
trató de hablar a la gente
pero Vernengo Lima le dijo:
 
“Está cometiendo un grave error,
esto hay que disolverlo a balazos
y va a ser difícil, hay mucha gente”
 
Avalos le respondió:
 
“que decida el general Farrell
si se va a hacer fuego o no contra la multitud”

El general Farrell afirmó que él
no va a tirar contra el pueblo
 
El Ministro de Marina insistió,
explicando que las ametralladoras están en el techo:
 
“Si tiramos al aire, se van a ir”
 
 
Pero el Presidente se mantuvo inconmovible:
 
“No señor
No se hace ningún disparo;
la gente puede morir por el pánico
Yo no autorizo nada”
 
 
 
Aproximadamente a las veintiuna, Perón está con Farrell
Se sabe que éste le entregó, su solicitud de retiro
 
En Plaza de Mayo, los altoparlantes repiten que Perón
hablará a las veintitrés; probablemente para aquietar a la gente
porque nada concreto se sabía 
 
 
 
 
 
A las veintitrés horas del 17 de octubre,
Perón asoma al balcón de la Casa Rosada
Estaban los altoparlantes,
pero la Municipalidad había omitido reflectores
y desde la Plaza no se podía distinguir exactamente
quiénes se movían en la altura
 
Pero un inmenso grito se alzó:
 
“¡Perón! ¡Perón!”
 
No se lo podía ver, pero se sabía que estaba allí 
 
 
 


Habló pero no se lo escuchaba, sólo se vivaba a Perón
Tal vez en apoyo al presidente se alzó una fuerte voz:
 
“Farrell y Perón un solo corazón”
 
Que prendió en las gargantas de la multitud
Farrell aprovechó el momento para acabar su alocución:
Perón lo abrazó
 
 
 
 
 
Cuando la multitud escuchó el
“trabajadores”
de Perón,
la algarabía llegó al punto más alto
 
"Confundiéndome con esa masa
sufriente y dolorosa que elabora
el trabajo y la grandeza de la Patria"
 
"Muchas veces he asistido
a reuniones de trabajadores,
pero desde hoy sentiré
un verdadero orgullo de argentino
 
porque interpreto este movimiento colectivo,
el renacimiento de una conciencia de trabajadores,
que es lo único que puede hacer
grande e inmortal a la patria"
 


 
 
Nadie ordenó el 17
nadie lo “planificó”
 
usando una palabra grata a los que no creen
en las conmociones sociales,
sin planes cuidadosamente estudiados
 
 
 
 
Nadie lo hizo, porque lo hicieron todos
 
Fue ese ser anónimo que es el pueblo,
que se mueve por emociones
y no por razones ni conveniencias
 
Que pocos estudiosos
de la sociología consiguen explicar
y muy pocos actores de la política
atinan a interpretar




















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