viernes, 13 de septiembre de 2013

La inseguridad, un concepto peligrosamente sesgado


 
 
Las encuestas indican
que una de las preocupaciones
de la ciudadanía
es la llamada inseguridad
 
En tiempos electorales,
las medidas efectistas campean
en el escenario de la política
 
 
Pero cuando se habla de inseguridad
desde los medios de comunicación
 
 
 
 
¿qué es lo que se pondera
y qué es lo que se invisibiliza?
 

El mundo contemporáneo,
la inseguridad que potencialmente padecemos
es un concepto mucho más abarcativo
 
que la sesgada inseguridad delictiva
de los titulares de los periódicos
y de los noticieros audiovisuales
 
 
 
Si por el número de casos mortales
se definiera el orden de prioridades,
la inseguridad vial arroja,
según datos de diversas fuentes,
un promedio de 20 muertes por día
 
 
 
 
Sólo cuando el número de muertos por accidente
supera el siniestro goteo del uno a uno,
tan sólo cuando la tragedia concentra
un número mayor de muertes se visibiliza
el hecho que trasciende
la naturalización periodística
y se convierte en titulares
 
En esa invisibilizada estadística,
los peatones, los ciclistas,
los motociclistas y los conductores
se llevan la peor parte
 
 
 
 
 
Tampoco se asocia la inseguridad
a la siniestrabilidad laboral
que se cobra según las estadísticas
60 trabajadores accidentados cada mil
 
que están registrados al año, siendo decenas de miles los accidentados
que no aparecen en las pantallas o en los informativos radiales
o como noticia destacada en la prensa escrita
 
Sólo cuando una obra en construcción se derrumba,
y trasciende el marco laboral, ocupa la portada de los medios
 
Si es por inseguridad, los cientos de miles de habitantes
que residen en la cuenca del Riachelo y el contaminado río Matanza
no están vistos por la prensa como un problema acuciante
que coarta centenares de vidas al año e
intoxica la cotidianeidad a miles de vecinos
de distintas barriadas de la Ciudad de Bs As
 
 
 
 
Quizás sea porque los culpables de esa insensibilidad social
son grandes firmas fabriles que vierten sus desechos tóxicos
desaprensivamente sin tener en cuenta
la seguridad sanitaria de millares de conciudadanos
 
 
 
Pero lo más peligroso de las
visiones simplistas,
que reducen la solución de un problema tan complejo
como la inseguridad delictiva,
es el reforzamiento en el imaginario social
de la idea de que tan sólo con mano dura
se podrán vencer las causas del delito
 
 
 
 
 
 
Así es como los partidarios de medidas efectistas
que hacen hincapié en el incremento de las penas
o la baja en la edad de imputabilidad de los menores
o en la multiplicación de cámaras de seguridad en las barriadas,
son los propaladores de las habladurías
que se instalan como una verdad objetiva e irrefutable
 
 
 
 
 
El orden ficcional del discurso imperante invisibiliza
las múltiples causas del fenómeno y exige decisiones
que atienden a la demanda ante la inseguridad delictiva
con cuestiones tecnológicas o persuasivas que no incursionan
en otras variables que son parte de las causas más profundas
de un problema que surge de una sociedad que durante décadas
apostó a la inequidad, a la profundización de la brecha
que separa a los más pobres de las élites
que lucraron con las crisis recurrentes
 
 
Es un dato incontrastable que las cárceles,
principalmente en los países periféricos,
están pobladas en su inmensa mayoría de
jóvenes pobres,
herederos de sus pauperizados progenitores,
víctimas de los ajustes salvajes del neoliberalismo que se sumaron
al ejército de desocupados estructurales de las principales urbes,
instalándose por generaciones en la dramática geografía de la miseria
 
 
 
 
 
 
Pese a los grandes avances
en la recuperaciónde millones de puestos de trabajo
y el esfuerzo realizado en la última década
por el Estado en la ampliación de la matrícula escolar
tanto en educación primaria como secundaria,
aún miles de adolescentes en las barriadas pobres
no tienen trabajo ni estudian
 
 
Esa deuda social es una de las causas potenciales
que se deben desterrar, si se quieren superar las raíces
que potencian la delincuencia
 
Esta falta de oportunidades que aún persiste
se suma al discurso consumista del mandato publicitario
que asocia el equívoco mensaje
"del ser al tener"
 
 
A cualquier receptor
(con posibilidades económicas)
de ese mensaje consumista, lo ingresa
en un dispositivo generador de
demandas de productos tecnológicos
 
 
 
 
A muchos otros los deja en el lugar de la exclusión,
a los olvidados del mercado de trabajo, a los precarizados
 
 
 
A los que décadas de neoliberalismo
los han ubicado en el lugar social
de las necesidades insatisfechas,
la resignación o la criminalización de la pobreza
 
 
 
 
 
 
 Mientras tanto, al corto plazo,
de no variar este discurso dominante,
estamos condenados a los atajos efectistas
desde el escenario político
 
impuestos por la cultura de las habladurías
que fijan la agenda de los medios
 
 
 
 
Quizás nos falte como
sociedad interrogarnos
 
sobre las múltiples razones
invisibilizadas de la inseguridad
 
 
 
 
 
 
 
 Jorge Muracciole 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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