En un mundo sin dioses,
sin ideales, sin brújulas,
sin otra épica que las tragedias individuales
Julian Assange, Bradley Manning o Snowden
aparecen como disidentes
cuando han sido o son las piezas maestras
del aparato de control social más sofisticado
de la historia de la especie humana
Edward Snowden, ex técnico informático de la NSA y de la CIA,
no debe
estar pasando uno de sus mejores momentos
Nadie duda que el hacker es un cerebro y que denunciar
la falta de
escrúpulos del gobierno norteamericano
que opera un programa de escucha y
vigilancia
e cualquier cosa que se mueva y hable en el globo, es un
acto de nobleza
Pero ¿cómo un personaje con tantas competencias
cognitivas
termina trabajando para la policía? Y lo más incomprensible,
¿por qué muchos lo festejan como un héroe contracultural?
Se dice que
Snowden tuvo algo así como una “conversión”
Es posible
Pero también es
posible que su “conversión”,
que no hizo más que poner negro sobre
blanco
lo que hace no sólo el gobierno de Barack Obama
sino la mayor
parte de los gobiernos del planeta,
le cueste cara o muy cara
La operación Snowden revela
que el fin de las llamadas relaciones
internacionales y el boato de la diplomacia
están próximos porque solo
es una mascarada para traficar información
Y para eso, además de
modales, se necesitan técnicos, no burócratas de taco y talón
Pero la
información como tal no interesa ni es necesaria para todos los países
La que resulta necesaria es la tecnología para conseguirla
Snowden
resulta prescindible, vivo o muerto
El programa que expuso, no
La vida
de este hombre vale menos
que la de una paloma mensajera
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