Democracia
No es algo cerrado, ni anquilosado
que se sustenta pura y exclusivamente
en el ritual (imprescindible) del voto cada dos años;
es el orden de lo que está continuamente en movimiento
de aquello que tiene que lidiar
con la diversidad y la multiplicidad
de una sociedad en estado de litigio
Democracia y Política
se entraman allí donde habilitan
la compleja relación entre conflicto y consenso,
entre afirmación de las convicciones
y aceptación de la diferencia
Cuando algo de esto se debilita o falla,
la que está en riesgo es la propia democracia
Cuando una lógica del linchamiento mediático
se impone como forma apabullante del sentido común de época
vulnerando el derecho de todo ciudadano a ser declarado inocente
mientras no se demuestre su culpabilidad,
cuando lo pre-jurídico se impone
bajo la forma del espectáculo televisivo
y una retórica de la injuria y la difamación se convierten
en el argumento central de la política,
lo que se ve profundamente amenazada y resentida
es la convivencia democrática
Cuando el propio argumento
resulta vacío o impresentable socialmente
es cuando suele emerger ese recurso cloacal
que busca crear un clima
de profundo desasosiego y desencanto
en el interior de la vida colectiva
Algunos opositores
bien provistos de libreto por programas televisivos,
tratan es de anular toda posibilidad de debate democrático
multiplicando como centro de su discurso
la más brutal de las descalificaciones
Detrás del denuncismo serial
lo que se busca inhabilitar es un debate
que ponga en evidencia qué defiende cada quién,
qué modelo económico o proyecto de país
Esta inquietud surge de esa gestualidad guerrera
y de esas retóricas de la catástrofe
que se visten con los ropajes de la legalidad republicana
pero que, y allí se va conformando la inquietud,
porque tienden a horadar y a deslegitimar
el derecho constitucional del Gobierno a gobernar
Y lo hacen, ese ejercicio que suele bordear lo destituyente,
alardeando de sus inmaculadas virtudes democráticas
y de ser portadores de una ética de la responsabilidad
Farsa e impostura
son la estrategia a través de la cual la oposición intenta,
dirigida por la corporación mediática y sus periodistas estrellas,
arrinconar a un gobierno que, por primera vez en décadas,
no sólo ha ampliado y creado derechos sino que se plantó decididamente
ante los poderes corporativos que desde el fondo de nuestra historia
no han hecho otra cosa que buscar condicionar,
limitar, vaciar y expulsar a los gobiernos democráticos
Una oposición capturada
por la máquina de la impudicia mediática
que, sin disimulo alguno, construye,
cada semana y cada día, la agenda
que será prolijamente cumplida
por los distintos referentes políticos
de una oposición carente
de vida e ideas propias
La brutalidad de la ofensiva mediática
no conoce ni acepta ningún límite
Todo es utilizable en su cruzada seudo republicana
contra lo que ellos han identificado como el “mal absoluto”
disfrazado de progresismo populista
Pero lo peor no es la brutalidad y la impudicia
de una campaña implacable contra la figura presidencial
desencadenada por esos medios que desde siempre
han defendido sus propios intereses,
lo más grave para la democracia
es la actitud complaciente y ruin de una oposición
que no hace otra cosa que seguir directivas
que no salen de su interior sino que provienen
de las usinas mediáticas
Esto constituye una perturbación
de la vida democrática
cuando se cruzan ciertos límites
y se construye una retórica
de la permanente denuncia descalificadora
que, termina por dañar a esa república
a la que tanto hacen referencia
como un inmaculado objeto del deseo
Pero que siempre,
cuando tuvieron que hacerse cargo del gobierno,
no hicieron más que transformar en una pantomima
manejada por las corporaciones y el establishment económico
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