Al margen de los titulares de los diarios
y los zócalos de la televisión
desde los que opera la oposición mediática
No hay datos significativos que avalen
la idea apocalíptica del “fin de ciclo”
Y así como avanzaron algunos opositores,
no menos cierto es que el FpV
sigue siendo la primera fuerza nacional
Son dos caras
de una misma realidad política
Los resultados actuales
–número más, número menos–
no son muy diferentes de los que obtuvo
el oficialismo en el 2009,
y en aquel momento las predicciones
sobre el final de una etapa
fueron similares a las de ahora
Las elecciones del 2011
demostraron
que el ánimo de los electores
es diferente
cuando se pone en riesgo
la direccionalidad de un proyecto
Pero, como ya se dijo en las PASO
–y el Gobierno comenzó a tomar nota
de ello con algunos ajustes de rumbo–
está claro que la ciudadanía está poniendo luces de alerta,
está pidiendo rectificaciones
Parte de esos cambios podrían verse facilitado
también a través de un diálogo político más productivo,
que considere la correlación de fuerzas en las cámaras
Pero éste debería ser un razonamiento que se aplique con sensatez
para todas las fuerzas, respetando el criterio de mayoría y minorías
que surge de las urnas y no sólo como un reclamo dirigido
hacia el oficialismo gobernante
Lo vivido entre el 2009 y el 2011
y las afirmaciones de campaña
no alientan a pensar que esto sea posible
El partido gobernante
deberá revisar también su estrategia política
Tendrá que buscar sobre todo los motivos
por los cuales sólo sus máximas figuras
logran retener el apoyo popular
¿Cuáles son los motivos para que
–a pesar de grandes logros en la gestión–
no surjan de las filas del oficialismo dirigentes políticos
con reconocimiento incuestionable por parte de la ciudadanía?
Tampoco ayuda el empecinamiento en torno del discurso del “modelo”
En nuestros países periféricos del mundo capitalista democrático
no existen tales “modelos”
Por el contrario, los gobernantes se ven obligados
a improvisar permanentemente medidas para salir al cruce
de variables macro –económicas y políticas– que no controlan
y con las que tienen que lidiar
En consecuencia, lo más coherente es hacer todo
lo humanamente posible para mantenerse fieles a principios básicos
y tratar de no transgredirlos, instalarlos como pilares de la gobernabilidad
y como garantía para la ciudadanía
Por eso no es menor
–aunque resulte redundante–
recordar que estamos celebrando treinta años
de democracia ininterrumpida
y que eso representa
un enorme valor para la Argentina
Bastaría con responder a la pregunta
de dónde estuvimos y dónde estamos ahora
Cualquier respuesta, en todos los rubros, será altamente positiva
Pero a pesar de ello habría que mantenerse alertas
porque no pocos de los que hoy levantan la bandera del
“fin de ciclo”
también intentan remover principios básicos,
derechos adquiridos que con gran esfuerzo y sacrificio
conquistó y consolidó toda la ciudadanía y no solamente un gobierno
Aceptemos que “fin de ciclo” puede tener lecturas muy distintas,
pero no dejemos de estar vigilantes ante la pretensión de aquellos
que bajo ese título persiguen también menos democracia,
menos participación, menos perspectiva de derechos
Son los mismos que pretenden
sustituir olvido por memoria,
la restitución de privilegios ilegítimos
para algunos
que los perdieron en los últimos años
y peores condiciones humanas
para una gran mayoría que mejoró
su calidad de vida también en ese tiempo
Washington Uranga
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