De mi mayor
consideración:
Me dirijo a ustedes,
directivos empresariales
y
periodísticos
del diario La Nación
con copia a varios colegas
que
trabajan en la empresa
y a quienes aprecio y respeto,
en la casi
seguridad de que no van a publicarla
Pero la envío porque soy lector
habitual desde hace décadas
y además yo escribí en este diario durante
años
Desde los ’90 del siglo pasado fui convocado
siempre amablemente y
siempre bien tratado y respetado,
hasta que en abril de 2012 congelaron
una nota mía
Entonces, ante la falta de respuestas a mis respetuosos
reclamos,
dignamente y sin escándalo simplemente renuncié como
colaborador
ya como simple lector, para expresarles lo siguiente:
1) Si tanto desean ustedes que la Presidenta renuncie,
no hay ninguna cláusula constitucional que impida ese deseo
Ninguna ley se opone ni veda ese tipo de sentimientos
Y desde luego es válido también, como lo hacen muy a menudo,
elegir las fotos más horribles de manera
de siempre desfavorecer la imagen presidencial
Nada lo impide y si vuestros editores gráficos
se solazan haciéndolo, pues allá ellos
Como allá también sus editores, cuando cargan las tintas
distorsionando los contenidos de las notas con títulos y volantas
que dicen lo que no dicen los textos
Nada de eso está prohibido ni es ilegal
De modo que allá con su conciencia, quien la tenga
2) Pero de ahí a que ustedes impulsen
la desestabilización de la Presidenta y el gobierno nacional,
y busquen provocar su derrocamiento legal, hay un paso muy grande
Y señalarlo y subrayarlo es la intención de esta carta,
en procura de que al menos, y en homenaje a la libertad de expresión
que siempre dicen defender, sean ustedes
menos obvia y groseramente destituyentes
Y sobre todo por esa vía oblicua, cobarde y de mal gusto
que son los “comentarios” que supuestamente hacen sus lectores
3) Está clarísimo que me siento ideológicamente muy lejos del diario,
pero sigo leyéndolo cada mañana, como hacía mi padre y como hicieron
por décadas muchos argentinos/as, por la sencilla razón de que ustedes
expresaron siempre un punto de vista representativo
de una parte importante de nuestra sociedad
Razón por la cual yo daría mi vida en defensa de ese derecho de ustedes
Y razón misma por la cual tengo derecho a pedirles –me tienta decir exigirles–
que cierren esas pequeñas cloacas textuales que mantienen abiertas
a dudosos o falsos comentaristas que sólo consiguen mostrar
el vasto repertorio de todo lo peor de nuestro país
4) Por razones de buen gusto elemental, esta carta quiere
exhortarlos a ustedes a que discontinúen esos foros
supuestamente democráticos en los que se fomentan la vulgaridad,
el resentimiento y el odio militante
Y donde se mezclan amenazas de muerte,
cobardes deseos criminales e infundios y groserías de todo tipo,
y para colmo mal escritos
5) Los textos malsanos que con fuertes extravíos gramaticales
es capaz de redactar esa caterva de forajidos verbales que La Nación prohija,
son, en realidad, verdaderas heces gramaticales que ustedes
publican a diario bajo ese título eufemístico: “Comentarios”
Y las cuales no se justifican en modo alguno tratándose de un diario
que fue pensado y creado como tribuna de doctrina
A menos que ustedes mismos ignoren el riesgo de que
esas secciones repugnantes conviertan al diario en tribuna de letrinas,
lo cual descuento que no es intención consciente de ninguno de ustedes
6) Tengo la seguridad de que no lo harán de inmediato,
pero a la vez guardo la esperanza de que más temprano que tarde
–y ojalá cuanto antes– tomen ustedes la decisión de clausurar
esos “comentarios” que jamás lucen,
agregan ni ponderan absolutamente nada, y en cambio
ofenden la inteligencia y avasallan el buen gusto de todo lector,
cualquiera sea su ideología
7) Por supuesto, compruebo que aparentemente ahora,
en vísperas y con posterioridad a la operación a que fue sometida
la presidenta de la Nación, ustedes colocan al final de los artículos
referidos al caso la frase:
“Debido a la sensibilidad del tema,
la nota permanece cerrada a comentarios”
Pero eso es apenas un modo de autodisculparse que,
sin embargo, no cumple tal propósito
Porque no escapa a ninguna inteligencia media
que los “comentaristas” se las ingenian para deslizar
sus deposiciones lingüísticas
entre los comentarios que sí se mantienen abiertos
en todas las otras notas del diario
El resultado, así, es previsible:
lo hediondo, como en las cloacas,
se expande a través de todos
los intersticios liberados
Pienso que un diario largamente centenario
en el que han escrito las mejores plumas del país,
bien haría, hoy, si cancelara estas secciones de “comentarios”
que nada suman a la información
y en cambio ofenden y agravian a destajo
Ojalá reflexionen acerca de esto,
Señoras, Señores, y aunque no publiquen esta carta
tomen esta decisión que, no lo dudo,
hasta el ex presidente y general Bartolomé Mitre
–su fundador–
ya hubiera tomado
Con mis respetuosos saludos
Mempo Giardinelli
http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-231174-2013-10-13.html
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