Jorge Luis Borges
decía que
el periodismo
se basa en la falsa creencia
de que todos los días
sucede algo nuevo
En plena era digital, los plazos se acortan
Aunque no haya nada que decir
hay que actualizar la web cada diez, veinte minutos
hay que transmitir noticias 24 horas al día
El resultado podríamos definirlo como
inseguridad informativa:
abunda el “sería, habría, podría”,
sobran conjeturas y presunciones
Falta información
El rumor
afirmación presentada como irrebatible
pero sin datos concretos que permitan verificar su exactitud
urdido como única fuente causa estragos
entre la prensa y los públicos
La instantaneidad
es un valor supremo
que desplaza a las primicias clásicas,
aquellas noticias que no habrían
salido a la luz sin investigación
Las exclusivas
generadas a partir de versiones rescatadas de la red
se suman a las que el profesor Jay Rosen,
de la Universidad de Nueva York, llamó primicias del ego:
un periodista publica,
antes que nadie,
un tema que de todas formas
iba a hacerse público
En esa absurda carrera,
el yerro y la falacia rigurosa maduran
con el vigor de un toro campeón
La información
(y desinformación)
que fluye por la web no lo hace en piezas acotadas,
cerradas, definidas, sino que se desplaza
como una baba vidriosa carente de mayor precisión que,
lejos de ser desechada,
es tomada como materia prima
para una nueva noticia
Llegados a este punto,
comunicadores, académicos, públicos,
empresarios y periodistas deben reflexionar
acerca del presente y futuro de la prensa
Urge examinar
prácticas profesionales y conductas éticas;
definir prioridades y objetivos,
cuestionar la esencia misma del periodismo
como medio facilitador
del derecho humano a la comunicación
Sebastián Castelli
Consultor, docente, investigador
Facultad de Periodismo y Comunicación Social, UNLP
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