sábado, 30 de abril de 2011

“Nos vienen a hablar de moral con la bragueta abierta”

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La predica sigue el consejo del “péguele a Moyano”

Tanta palabra hueca, tanto desprecio y oportunismo barato, tanta campaña para autoconvencernos
de que somos deleznables, termina por generar simpatía por lo que se critica o sea, por esta supuesta barbarie que por primera vez en muchos años incluye en todos los sentidos en vez de excluir, como sucedía cuando Argentina era “civilizada”, en los ’90, en la Década Infame o en la dictadura


Y tanto encarnizamiento con Moyano lleva a pensar también que algo bueno debe tener

El ensañamiento con Moyano tiene algo del sentido común de una clase media colonizada por una cultura dominante que encuentra siempre sospechosas las formas de participación u organización
de los sectores populares

La corrupción nunca está en los directorios de las grandes empresas o de los bancos o los organismos financieros internacionales

Los “investigadores implacables” van siempre tras estas formas de expresión de poder popular
La sospecha recae siempre allí

Hay políticos supuestamente progresistas y otros no tanto que basan toda su carrera en perseguir sindicalistas corruptos, que serían todos menos uno o dos que servirían para desmentir el fondo de
la cuestión, que es el antisindicalismo o el antipiqueterismo




Y no se trata de beatificar a Moyano, sino de sacar del medio esa sospecha ignorante
que no tiene nada que ver con las luchas por la democratización en el movimiento obrero

El sindicalismo argentino tiene dirigentes que se eternizan al frente de sus gremios,
que a veces son socios de las patronales a través de empresas tercerizadas o proveedores de salud
Hay manejos irregulares de los fondos gremiales, que producen enriquecimientos inexplicables
o simplemente enriquecimientos

Todo eso demuestra que la estructura sindical necesita reformularse

Pero seguramente se tendrá en cuenta el acto de ayer,
que levantó tantos rubores y avemarías en vargallosistas y biempensantes

 http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-167340-2011-04-30.html

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