jueves, 7 de noviembre de 2013

Cómo operaba la Dictadura para censurar y confeccionar las listas negras



 
Entre los documentos que contienen los
1500 biblioratos descubiertos
 
en los sótanos del edificio sede de la Fuerza Aérea
y dados a conocer por el ministro de Defensa,
Agustín Rossi,
 
 
 
 
se encontraron listas de intelectuales,
músicos, artistas y periodistas que estuvieron
prohibidos y perseguidos
durante los años de la última dictadura cívico-militar
 
 

Más allá de los nombres que allí figuran, que son muchos e importantes,
lo que demuestran estos documentos es la estructura que organizó
la dictadura para garantizar una
 
"limpieza ideológica"
en los medios de comunicación
 

 
Y así asegurarse la difusión de un mensaje único,
acorde a los estatutos del proceso de reorganización nacional,
como dieron en llamar a su genocidio

La estructura organizativa que se dieron los miembros
de las juntas de comandantes fue la creación de lo que denominaron
Equipo Compatibilizador Interfuerzas (ECI)
 
 
 
que estaba integrado por un representante de la
Secretaría de Información Pública (SIP),
otro de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE)
y un miembro de cada una de las Fuerzas Armadas

Por lo menos una vez por semana
 
se reunía el ECI y trabajaba sobre la base de las listas
que tenían para actualizarlas, subir o bajar de nivel de peligrosidad
de tal o cual artista o periodista
 
 
 
 
Estas decisiones se tomaban en base a la coyuntura política,
local e internacional, de esos momentos

Poco después del golpe de 1976, el ECI no tenía plazos
para mantener dentro de las nóminas de los F4,
los más peligrosos por contar con "antecedentes ideológicos marxistas"
 
De hecho, algunos pasaron toda la dictadura como F4,
como le ocurrió al grupo vocal rosarino Los Trovadores
o al escritor Julio Cortázar, y no salieron de esa condición
ni siquiera cuando la junta militar de finales de 1982
ya flexibilizaba su control

Las listas se fueron depurando regularmente
Sin embargo, algunos errores se les deslizaba
 
 
 
 
Por caso, en la lista negra de enero de 1980
que el ministro de defensa, Agustín Rossi, mostró cuando anunció
el descubrimiento de la documentación original de la dictadura,
continuaba figurando como F4 el poeta, periodista y militante montonero
Francisco "Paco" Urondo, quien ya había sido asesinado
por los militares en junio de 1976
 
Algo similar ocurrió con el periodista Jacobo Timerman,
quien en 1979 integraba la nómina de los F4
mientras estaba secuestrado en las mazmorras de los genocidas

Si bien la caracterización de esta condición habla,
según los documentos encontrados, de
"antecedentes ideológicos marxistas"
muchos de los artistas, intelectuales y periodistas
que fueron parte de las listas negras eran peronistas
 

 
 
El funcionamiento de esta organización
cambió luego de la Guerra de Malvinas
 
La dictadura, debilitada por esta aventura en el Atlántico sur
que avivó las internas entre las Fuerzas Armadas,
llevó a los comandantes a mirar la salida democrática
 
Los medios de comunicación fueron una preocupación constante
para los genocidas y en esos últimos años también
 
Por eso, en septiembre de 1982 emitieron una serie
de recomendaciones sobre el
"personal interdicto en los medios de comunicación"
 
 
 

La intensión fue anticiparse a las libertades
que traería una inevitable democracia pero que sería recién en marzo de 1984
 
Por ese motivo se ordenó que se disuelvan las listas negras
de acuerdo a pautas estrictas y por etapas
 
La primera concluía en diciembre de 1982
la segunda llegaba hasta junio de 1983
y la tercera hasta diciembre de ese año
 
El adelantamiento de las elecciones disolvió las etapas
pero no evitó que se realizaran las evaluaciones y el manoseo
de los que padecieron el haber estado en esas nóminas

En tanto, los interventores de los canales de televisión
recibieron la orden de tomar recaudos
"sobre los contenidos temáticos en que se desempeñan
las personas involucradas en las listas mencionadas"
 
Por caso, aconsejaban tener cuidado con los autores
de un guión televisivo que pueda contener
"conflictos socio-económico-político"
porque, sostiene el documento,
"la sutileza de los mensajes que puede elaborar y emitir
un Roberto Cossa u Osvaldo Dragún no es la misma que
la de Lozano Dana o Cernadas Lamadrid"
 
 
 
 
En cuanto a los músicos la preocupación era similar
 
Los dictadores recomendaban en este documento que en caso
de que Mercedes Sosa o César Isella fueran parte de algún espectáculo debían
 
"instrumentarse los medios
para que en cada presentación
televisiva o radial se limiten
exclusivamente a cantar"
 
 
 
La hipocresía de esta documento
se expresa cuando afirma que
nada de lo que se recomienda
significan
"una forma estricta de censura"
 
sino que son pautas (?)
para consolidar un criterio
frente a la apertura democrática
 
pero sin permitir
"un desborde ideológico"
 
 
 
Felipe Yapur
 








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