No es casual, ni episódico
ni tampoco, me lo temo,
efímero
La estampida de prepotencia racista e ideológica
con que un grupo de elegantes y robustos muchachones,
entre los cuales se dijo había tres sacerdotes,
pretendió interrumpir en plena Catedral de Bs As
Nada menos que un acto ecuménico
en recordación de la Kristallnacht,
la siniestra Noche de los Cristales Rotos
(del 9 al 10 de noviembre de 1938)
en que los nazis dieron el puntapié inicial
a su cruzada homicida contra el pueblo judío,
que no se iba a limitar tan sólo a él,
no fue algo pasajero
Ese hecho ominoso se dio poco después
del más que elocuente oxímoron
“Hitler espectacular”
manifestado poe el vendedor de marketing político
Duran Barba que intentó vanamente atenuar
adjudicando a ese adjetivo
un valor ñoño en su Ecuador natal
Y, lo que es evidentemente aún más grave,
con el trasfondo inquietante del desmesurado
avance de la ultraderecha neonazi y xenófoba
en la Europa demolida por el neoliberalismo
No es la primera vez que,
a lo largo de los siglos,
el discutible
lema
“¡Viva Cristo Rey!”
fue
esgrimido por violentos y asesinos
(¿cómo no hablar de “fascistas”?)
De nada sirve intentar convencer a un fanático de hechos objetivos:
no sólo de que en todos los almanaques de nuestra infancia
el 1º de
enero recordaba como fiesta santa la Circuncisión del Señor;
de que el
cristianismo no cambia de Dios,
que es el mismo del Antiguo Testamento;
o
de que todos los nombres orgullosamente
asumidos por cristianos y
católicos, comenzando por los de
Jesús, María y los apóstoles,
son
etimológica e inocultablemente de origen hebreo
Dentro de la palabra
“nosotros” está el “otros”
Y adelante está el
“nos”,
que es el “nuestros”
Es decir, en el mismo “nosotros”
está
inscripto claramente “nuestros otros”
Algo así me surgió, como suele
ocurrir sin proponérmelo,
en el poema “¿Nosotros?”, que se escribió a sí
mismo el 12 de junio de 1985
y que luego se sumó a mi libro Jazmín del
país (1988)
Como una forma de evadir el silencio,
de luchar de raíz
contra un silencio que en circunstancias
como ésta se haría cómplice, me
permito recordarlo ahora:
¿Nosotros?
nos otros
nuestros otros
nuestros otros
nosotros somos otros
somos el otro nos
somos el otro
somos el otro nuestro
el otro es nos
el otro es nuestro
no sin otros
nuestros
nuestros nos
nuestros nosotros
nuestros otros nosotros
no es otros
nuestro otro
nuestro otro
el nos es otros
en el desierto refulgente
estrepitoso y trepidante
en el lago de sed
en el hambre lujosa
la tumba sin silencio
Rodolfo Alonso
Poeta, traductor y ensayista argentino
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